—entonces, sin pensarlo dos veces, el
pelinegro se acercó a abrazarla, no dema-
siado fuerte para no asustarla. no podía
creer que en realidad estaba abrazando
a su madre extrañamente joven. después
de unos segundos se separó y la miró a
los ojos—. lo siento, sé que esto es raro
para ti, pero.. no lo vas a poder creer.