Cariño, soy incapaz de enojarme contigo, menos por una cosa como esa. Simplemente trata de no decirlas tanto, ¿de acuerdo? Y cuando estemos en público, has lo posible por evitarlas. ¿Quién dijo que tu hermana no puso resistencia? ¡Lo hizo! Estuvo más de media hora sentada en el sillón y me juro que no se movería de ahí por más que mamá R y yo insistiéramos. Incluso notaba el cansancio en sus ojos, pero ella no se rindió. ¿Sabes que la convenció? Le dije que mañana le prepararía su desayuno favorito, así termino por irse a la cama. Pero, conociéndola tan bien, se que probablemente quería quedarse despierta en su habitación, pero el sueño terminó por vencerla. Hijo… Escúchame bien, ¿de acuerdo? No me molesta que los visites, después de todo, son tu sangre. Pero mira lo que te hacen, corazón. Te lastiman, y—… Oh, Dios. Muéstrame las heridas. ¡Lucien! No hagas esas bromas, por favor. Quédate quieto, voy a curarlas. Pero, como te decía, aún que tú te preocupes por ellos, ellos no lo merecen. No merecen que te preocupes, que los ayudes, o que los visites. Son solo eso: tu sangre. Tu verdadera familia está aquí, Luke. Y aquí estará siempre. No estoy triste, amor. Estoy molesta. Y no contigo, lo estoy con ellos. Juro que… Juro que en cuanto pueda los haré pagar por toda la mierda que han hecho. Pero, por ahora, te curaré esto y— y después tomaremos chocolate. Luego subirás, te ducharás e irás directo a la cama, ¿me oyes? Necesitas descansar. Ah, no, jovencito. No vas a conseguir que te diga el final de mi nuevo libro. Ni siquiera mi querida esposa lo sabe, por lo que sigue siendo sorpresa para todos. Pero, un día de estos, quizás te muestre el nuevo manuscrito editado.