Así nació Spectra, la sombra luminosa que podía absorber y redirigir cualquier forma de energía, capaz de crear tormentas devastadoras a su voluntad. No robaba por dinero, ni buscaba fama; su motivación era la pura venganza y la demostración de que el mundo que la traicionó no estaba seguro ante su poder. Cada acción, cada explosión, cada ciudad sumida en apagones o caos eléctrico, era un recordatorio de que Lyra no podía ser contenida. Su nombre se convirtió en leyenda y miedo, y los héroes que alguna vez enfrentó solo le enseñaron que nadie podía detenerla. La ciudad de Metroville la temía y respetaba en igual medida, y Lyra lo sabía: ella era la energía, el relámpago y la tormenta, y nadie tenía derecho a apagarla.