¡Maeve, hola, hola! — La joven exclamó con entusiasmo, acercándose con pasos ligeros y una gran sonrisa iluminando su rostro. — Creo que nunca antes había tenido la dicha de hablar contigo a solas. Siempre nos hemos cruzado entre grupos de gente, ¿no? Es extraño, pero supongo que con tantos campistas este año era inevitable. — Sus ojos brillaban con curiosidad y emoción mientras inclinaba ligeramente la cabeza, como si cada palabra fuera un destello de su felicidad genuina. — ¡Escuché que eres amiga de Chase! ¿En serio? ¡Eso es genial! Yo también lo soy, así que seguro nos llevaremos de maravilla. Después de todo, sus amigos también son mis amigos, es una regla no escrita. Dime, ¿hace mucho que vienes al campamento? ¿A qué cabaña perteneces? ¡Uy, perdón por tantas preguntas! Es que no puedo evitarlo… cuando conozco a alguien con quien no he hablado antes, me entra una curiosidad enorme. ¿No te pasa lo mismo? Siento que cada persona es como un misterio esperando a ser descubierto, y yo… ¡yo simplemente adoro los misterios! — Se detuvo un segundo, como si de repente se diera cuenta de que estaba parloteando demasiado. — Pero bueno, no quiero abrumarte con mi emoción desbordante. ¡Mae! ¿Puedo llamarte así? Prometo que es la última pregunta, lo juro. Es que me parece un apodo tan bonito para ti, como si estuviera hecho a tu medida.