A pesar de que Charles sabía que Erik llegaría, sintió que su corazón se aceleraba con cada segundo que él pasaba afuera, esperando en silencio. No pudo evitar que un millón de pensamientos cruzaran por su mente. Pero, como siempre, sabía cómo controlar sus emociones mejor que nadie, incluso si su cuerpo se negaba a obedecer. Finalmente, después de lo que pareció como una eternidad, Charles se levantó de su sillón y se desplazó hacia la puerta abriendola .
— Perdona la tardanza . . Pasa .