SoyEtaminMalfoy
/ Por unos segundos permaneció completamente inconsciente, su respiración apenas perceptible. El color se había desvanecido de su rostro, dejándolo pálido como mármol, mientras un brillo húmedo perlaba su frente. Su cuerpo se encontraba atrapado en un umbral extraño entre la conciencia y el sueño, donde la imagen fugaz de un bosque se cruzó en su mente.
Un estremecimiento recorrió su cuerpo y, con él, una mancha oscura comenzó a esparcirse lentamente sobre la tela blanca de su camisa, justo a la altura de su estómago.
Con un jadeo repentino, sus ojos se abrieron. Con desconcierto y dolor bajó su mirada, encontrándose con el inexplicable rastro de sangre. Sus labios se entreabrieron, buscando palabras que no alcanzaban a formarse, su mano crispándose contra la tela empapada.
—¿Q-qué sucede? / preguntó con su voz temblorosa y asustada.
SoyEtaminMalfoy
/ El silencio se extendió por unos segundos eternos. Su respiración seguía irregular y débil. La tensión en su cuerpo comenzó a ceder, y su mano, aún entre las del oji-azul, se aflojó lentamente. . .
/ Entonces, un leve estremecimiento recorrió su cuerpo. Seguido a eso, la sangre dejó de brotar y la herida empezó a cerrarse lentamente, de manera inexplicable.
/ El color fue regresando con lentitud a su pálido rostro, mientras una respiración más profunda escapaba de sus labios. Sus pestañas temblaron y sus ojos esmeralda se abrieron con dificultad.
— Marc. . . / susurró, apenas consciente, su voz era ronca y débil. Parpadeó, un poco confundido, sintiendo la humedad en su piel y el peso del cansancio recorrerle el cuerpo.
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SoyEtaminMalfoy
/ Observó al mayor, que seguía concentrado con su ceño fruncido y la voz tensa al conjurar el encantamiento, intentando mantener la calma, pero la magia simplemente no respondía.
Sus pupilas ligeramente dilatadas notaron el brillo de preocupación en los ojos azules del hombre.
— Marc. . . / susurró apenas, su voz era un hilo frágil entre toda la confusión y el agotamiento. Con esfuerzo alzó su mano temblorosa, buscando su rostro. Los dedos rozaron su mejilla en un gesto breve, dejando un rastro carmesí al deslizarse por su piel.
—No. . puedo. . . / murmuró débilmente, antes de que su mirada comenzara a perder enfoque, su respiración tornándose irregular.
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