— Alzó una ceja con curiosidad en cuanto lo vio incado, escuchandolo con atención. Una sonrisa se dibujo en sus labios al escucharlo tan nervioso, pero en cuanto saco aquella cajita, ahora era ella la que sentía mariposas y cosquilleos en todo su cuerpo. No podía creer que el chico del que estuvo enamorada desde el primer día, se encontraba ahora proponiendole matrimonio.
Sus ojos amenazaban con soltar lagrimas, y no tardaron. Era la felicidad más pura que podía existir.
Asintió completamente emocionada y soltó una pequeña risita mientras sollozaba levemente.— Claro que quiero casarme contigo, Marco. ¡Nada me haría más feliz!