SoyJamesRiddle
No la soporto jaja.
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Si tira indirectas, que por lo menos tenga las ganas de decirte las cosas en la cara, mami.
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@SoyMartinaJones
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☪︎ Entre los murmullos del viento se oía un nombre, uno capaz de erizar la piel.
Y en ese susurro nació su maldición, la maldición del heredero maldito….
Aquel niño engendrado entre la oscuridad y el poder abrió los ojos antes de que el destino pudiera cerrarlos. Con apenas dos inviernos vividos, ya ha tocado lo que respira… y lo que aún no nace.
La magia lo escucha como si fuera su primer idioma, la vida lo obedece como si le debiera algo y la muerte se curva ante él con una paciencia temerosa.
Mas temen lo que duerme bajo su piel,
pues cuando la luna reclame su derecho,
no despertará un lobo… despertará aquello que ni los espíritus se atreven a nombrar.
Sanará sin permiso,
romperá sin intención,
y su sombra caerá sobre todas las criaturas
que se atrevan a llamarse dueñas de la magia.
No habrá muro que lo contenga, ni hechizo que lo silencie, ni sangre que lo guíe lejos del caos que lo espera.
Porque aquel niño,
el que ya respira entre nosotros,
no traerá redención ni equilibrio…
solo el recordatorio de que incluso la magia
puede crear algo que teme.
Y su nombre, Aegon, será escuchado como un cántico sin cesar.
No la soporto jaja.
Si tira indirectas, que por lo menos tenga las ganas de decirte las cosas en la cara, mami.
/ El joven de ojos esmeralda se sobresaltó un poco cuando escuchó al menor repetir aquella palabra, sintiendose algo culpable.
—No, pequeño Aegon, los niños pequeños y bonitos como tú no dicen esas palabras.
— revolvió un poco el cabello del menor y entonces escuchó la frase "del odio al amor..."
Con total indignación volteó hacia su amiga.
— ugh, no. Claro que no. Preferiría tener que escoger a cualquiera de los pretendientes que mi padre deja entrar a casa los fines de semana.
— respondió con una ligera mueca al recordar todo lo que debía soportar. Desde los más predecibles y aburridos, hasta los más intensos que en un día de conocerse fantaseaban con que les daría un heredero "bonito".
El pequeño elfo recogiendo su plato lo sacó de sus pensamientos.
— es cuestión de acostumbrarse, Marty. Los elfos son utiles para algunas tareas, pero honestamente prefiero a mis damas de compañía; Lucienne y Amélie. Puedo confiarles lo que sea.
|| al fin me medio fluyó la respuesta </3
Perdona la demora
Mami, no puedo respirar... No quería molestarte
Gracias, eh...¿Puedo saber su nombre, señora?
Lamento la demora, me encuentro bien por el momento. ¿Y usted? No se preocupe
Me tiene molesto el hecho que James haya venido a decirme papá y luego se esfumó como ceniza de cigarro. ¿Debo desconfiar de ti? ¿ O debo fingir demencia y hacer como que no lo ví ?
/ Su mirada viajó a los niños y después la dirigió a la híbrida. Tensó su mandíbula y cuando ella se libró de su agarre dejó salir una pequeña risa pintada de burla.
¿Ahora por qué me reclamas? No es de tu interés y tampoco saber por qué me casaré con ella. Y no la vuelvas a llamar sangre sucia. Tus labios no tienen derecho a hacerlo. Si te obligué para que hablaras era para saber en que tono empezabas ha despreciarla. ¿Te da rabia que no me case contigo?
/su agarre se hizo más fuerte en su muñeca y se negó a ceder.
Habla. Quiero escucharlo de tu propia boca , Marshall . /tiró de ella con más fuerza.
Si no quieres darle un mal momento al niño y a la otra niña entonces empieza hablar.
/ Volvió a darle toda su atención a la híbrida , soltó un pequeño suspiro antes de elevar una de sus cejas por sus palabras.
¿A quién es que estas insultando exactamente? /Observó a los niños jugar y aprovechó en que ambos niños estaban distraídos, para poder tomarla de la muñeca y hacerla girar en sus dirección con brusquedad.
No me hables a medias Marshall. Empieza hablar de una vez. /demandó con un tono más frío y áspero.
☪︎ Entre los murmullos del viento se oía un nombre, uno capaz de erizar la piel.
Y en ese susurro nació su maldición, la maldición del heredero maldito….
Aquel niño engendrado entre la oscuridad y el poder abrió los ojos antes de que el destino pudiera cerrarlos. Con apenas dos inviernos vividos, ya ha tocado lo que respira… y lo que aún no nace.
La magia lo escucha como si fuera su primer idioma, la vida lo obedece como si le debiera algo y la muerte se curva ante él con una paciencia temerosa.
Mas temen lo que duerme bajo su piel,
pues cuando la luna reclame su derecho,
no despertará un lobo… despertará aquello que ni los espíritus se atreven a nombrar.
Sanará sin permiso,
romperá sin intención,
y su sombra caerá sobre todas las criaturas
que se atrevan a llamarse dueñas de la magia.
No habrá muro que lo contenga, ni hechizo que lo silencie, ni sangre que lo guíe lejos del caos que lo espera.
Porque aquel niño,
el que ya respira entre nosotros,
no traerá redención ni equilibrio…
solo el recordatorio de que incluso la magia
puede crear algo que teme.
Y su nombre, Aegon, será escuchado como un cántico sin cesar.
࣪ ִֶָ☾. La Maldición de la Luna
Los siglos pasaron, y la manada de Luna Creciente aprendió a vivir entre el salvajismo y el silencio, sin saber que en sus venas aún ardía la llama de su creadora.
En la familia Marshall no solo nacieron licántropos. Algunos heredaron su poder en forma de magia pura, brujos y brujas que no conocieron la maldición del lobo, pero sí el peso de su herencia. Dos ramas de un mismo origen, una guiada por la luna, la otra por los conjuros.
De esa línea nació Iris, una licántropa de mirada oscura y cabello rojo como el fuego,
una criatura de fuerza salvaje y espíritu indomable y libre. Y de ella, la híbrida Martina Marshall, un cruce imposible entre dos lazos antiguos: la magia de las brujas y la maldición de los lobos.
Los ancianos dicen que con ella el ciclo se reabre, que la sangre de Inara ha despertado otra vez. Y que cuando la luna se vuelva carmesí, la creadora reclamará lo que fue suyo. Pero aún la historia no termina por que después del nacimiento del segundo híbrido entre el bien y el mal, Aegon, porque las maldiciones nunca mueren. Solo esperan.
Dicen que mucho antes de que el fuego conociera al hombre, existió una tribu que adoraba la luna y hablaba el idioma de los bosques.
Eran brujos y brujas, nacidos del susurro de la noche, y entre ellos vivió Inara Marshall, la más ambiciosa de todos.
Inara no deseaba amor, ni gloria, ni paz.
Deseaba poder.
El tipo de poder que rompe las leyes del cielo y de la tierra, el que obliga a los espíritus a inclinarse y a las estrellas a callar.
Dicen que escuchó a los lobos cuando el mundo dormía, y que los convenció de mezclar su alma con la suya. Quiso unir la magia humana con la fuerza animal,crear una raza que no conociera debilidad.
Pero el poder no entiende de límites.
Lo que nació como un hechizo terminó siendo una maldición.
Sus seguidores se transformaron con la luna, su carne se quebró bajo la luz plateada y los aullidos reemplazaron los rezos.
Inara fue traicionada por su propia tribu,
encerrada en fuego y cenizas, aunque su magia se negó a morir. Su espíritu se fragmentó y viajó a través de la sangre,
marcando a cada descendiente con el eco de su ambición.
ֶָ֢⭒ La Balada del Furioso Diamante de la Luna.
Hoy, con veintidós años, gobierna como Alfa de la manada Luna Creciente en los bosques que custodian Nueva Orleans. Celosa. Letal. Sensual como la tentación que respira. Una loba que ruge con el corazón y muerde por amor.
A Brick, Boomer, James y Aegon se unió Eloise, una pequeña bruja del barrio francés que convirtió su hogar en risa y esperanza. Otra hija elegida por el instinto y la ternura que ella juró que nunca tendría.
La felicidad no la encontró en castillos ni príncipes.
Nació en ella cada vez que sus hijos la abrazaron.
Cada vez que la llamaron mamá.
Porque Martina Andrea Jones Marshall no suplica amor.
Ella lo crea, lo protege y lo marca a sangre y luna.
Entonces el destino, cruel y seductor, la llevó de regreso a Tom Riddle. De niña lo había temido. De mujer, lo deseó. Su oscuridad la tentó como un beso que promete dolor y placer al mismo tiempo. Fue fascinación, fue fuego, fue cuerpo contra cuerpo hasta borrar la cordura. Él quiso poseerla. Ella se dejó adorar… y dominar… hasta que la razón se rindió.
En ese reino de sombras conoció a James, un niño cuya dulzura logró colarse en su corazón sin pedir permiso. Lo protegió como si fuera suyo desde el primer instante, y él la llamó madre con los ojos mucho antes de hacerlo con palabras.
Entre noches de hechizos peligrosos y caricias que quemaban la piel, nació Aegon, mezcla perfecta de magia y bestia. Esa fue la señal. Martina entendió que quedarse sería entregarse a la oscuridad para siempre. Entonces huyó embarazada, dispuesta a salvar lo que aún quedaba puro en su alma.
Érase una vez, en la noche más inquieta de luna llena, una mujer pelirroja dio a luz a una niña cuyo destino venía marcado con colmillos y magia. Martina Andrea, híbrida entre bruja y licántropa, la primera de la familia Marshall en desafiar cualquier cuento que intentara contenerla.
Su infancia fue un rompecabezas incompleto entre el amor que faltaba y los secretos que ardían. Tras la muerte de su madre, quedó al cuidado de un padre incapaz de comprender la magia feroz que latía en ella. El día que cumplió catorce años eligió la libertad como venganza y se marchó a reclamar su propio lugar en el mundo.
En esa fuga, su poder reaccionó a cada emoción que intentaba ocultar. Nacieron así Brick y Boomer, hijos de su propia energía, pequeños milagros traviesos destinados a reencontrarla cuando estuviera lista para ser madre de verdad.
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