Lucas.

—Fue algo que no se esperaba, tan repentino como la primera vez que se besaron, que apenas le dio tiempo a reaccionar. Se volvió a sentir como en aquella noche, se volvió a sentir como aquel niño que ansiaba desesperadamente conseguir la atención de Max. ¿Y quién le hubiera dicho que al final la obtendría? ¿Quién le hubiera dicho que sentiría por ella lo más genuino y puro que había sentido alguna vez por alguien? Sin embargo, al escuchar las disculpas contrarias, se quedó con ganas de más—. ¿Acabas de pedirme perdón? Debes de estar bromeando. Yo... —Y como no existían palabras que pudieran explicar lo que le estaba pasando, pues aún nadie las había inventado todavía, se expresó de la única manera que supo. Volvió a unir sus labios con los de ella, pero esta vez no se separó cuando pasaron unos segundos, se dejó llevar por lo que sentía, quería demostrarle que jamás la olvidaría, que lucharía con ella hasta el final—.

—El tacto de sus manos tranquilizó todos y cada uno de sus sentidos. Sus músculos dejaron de tensarse, y su cuerpo, que estaba a la defensiva, se calmó. Era algo que solo Max le provocaba, y sabía desde hacía tiempo que ella siempre sería su punto débil. Aún así, el miedo y la preocupación no salieron de su cabeza, y ni mil palabras podrían convencerle de que aquello era una buena idea.— No. Esto no tiene porqué suceder, tiene que haber otra manera. —Pero en el fondo sabía que no la había. En el fondo sabía que Max tenía razón, y eso era lo que más le dolía de todo; que ella lo estaba haciendo porque también lo sabía. Sabía que todo dependía de ella—. ¿Pero qué dices? No me puedes estar pidiendo algo así. —Dijo, atónito. ¿Superarla? Lo único en lo que pensaba era en ella. La fuente de su felicidad—de su verdadera felicidad—residía en ella. Aquellos meses tan alejados de la pelirroja habían sido una auténtica tortura—. No voy a poder superarte nunca, nunca. Y no quiero tener que hacerlo. Por favor, prométeme que no arriesgarás tu vida más de lo necesario. —Le suplicó. Sus manos empezaron a hacer caricias en las manos ajenas casi inconscientemente—.

¡Max! Tengo que hablar contigo, porque esto no puede estar pasando. —El chico se sentó en frente de ella en la parte trasera de la caravana que Steve estaba conduciendo. No había tenido oportunidad de hablar con la pelirroja desde que habían decidido que ella iba a ser el cebo para Vecna, con lo cual él estaba en desacuerdo—. ¿Se puede saber en qué estabas pensando para aceptar algo así? ¡No me puedo creer que te estés poniendo en peligro de nuevo! —Dijo, alterado. No sabía si estaba enfadado con ella o asustado por lo que podría pasarle si aquel plan salía mal. Y tenía muchas posibilidades de salir mal—. Aún estás a tiempo de decir que no. Podemos pensar en otra cosa, lo que sea. Pero esto no.

Bien, haré como que te creo solo porque sé que preguntándote aún más no voy a conseguir nada. Claro que lo eres, ¿Maxine Mayfield? La ídola a la que a veces no soporto. Sabía que te gustaría la idea, aunque por favor, no digas eso ni en broma. Nadie va a morir aquí. ¿A mí? Nada. Pero, ¿qué dices? No miro a Will de ninguna manera, ¿estás loca? Eso es... Eso ni siquiera está bien. De la única forma con la que miro a Will es preocupación, porque eso es lo que estoy, preocupado. No me pasa nada más allá de eso, a parte de que se está comportando conmigo como un idiota. 

Me parece que ahora vas a acostumbrarte, porque va a ser como tu sombra. Bien, se podría decir que los dos hemos sido unos idiotas. Pero no importa ya, lo que importa es que ahora hay que mantenerte a salvo y acabar con el hijo de puta de Vecna. No quiero la carta, Max. No la quiero, porque no vas a morir. Todo lo que quieras decirme me lo puedes decir en persona. Y no ahora, si no dentro de diez años si quieres. Eso sí lo entiendo, pero lo que no entiendo es lo otro. No soy feliz si me dejas ir. ¿Deportista y cool? Max, cuando te invité a venir con el grupo por primera vez iba vestido de Cazafantasma cuando todo el mundo llevaba ropa normal. No soy cool, no sé porqué he intentado serlo. ¿Rara y callada? Para nada. Eres tubular. 

Vale, eso es raro. Yo no llego hasta ese punto, pero entiendo a Steve teniendo en cuenta que es nuestra niñera. Bueno, más que eso. Ya es como nuestra segunda madre, ¿no? No quiere que a sus pequeños nuggets les pase algo. Ey, no es estúpido en absoluto. Y no has sido una idiota conmigo, de verdad, por supuesto que te mereces que esté detrás de ti. No estoy haciendo todo esto para que volvamos a ser novios, es mucho más que eso, me importas mucho, Max. No digas eso, claro que vas a salir de esta. Y cuando salgas, yo estaré ahí contigo. Así que no intentes echarme de nuevo de tu vida, porque esta vez no lo vas a conseguir.

No parece que estés bien, Max. Está bien no estarlo, ¿sabes? Has pasado por una situación muy difícil, no seas tan dura contigo misma. Quizá distraerte y relajarte te venga bien, si quieres que vaya contigo solo dime. No quiero que pienses que estoy encima de ti como todos los demás, es comprensible que necesites tu espacio.

¡Mayfield! Eh, ¿cómo estás? No tiene que ser una experiencia muy agradable enfrentarse al maldito Vecna. Como de costumbre, demostraste quién mandaba. En fin, ¿va todo bien? Espero que no se te haga muy repetitiva la letra de Running Up that Hill.

¡Max! Te estuve buscando, por un momento no sabía dónde estabas y me asusté. Lo siento, estoy un poco paranoico después de lo que pasó en el cementerio, y quiero que sepas que lo que te dije antes de que pasara todo era totalmente cierto. Ahora te veo, y estoy aquí para ti. Y no te voy a dejar caer, ¿bien? Soy muy testarudo, ya lo sabes. Así que, aunque todos sabemos que eres valiente, por favor no te quites el walkman, aunque vayas a escuchar a Kate Bush en repetición más de mil veces.

Entonces ayúdame a saber, Max. Por favor, quiero entenderte. Sigue diciéndote eso hasta que te lo creas, porque por el tono de tu voz, ni tú misma lo piensas. ¡No lo digo por eso! Eso es lo que menos me importa ahora mismo, te lo puedo asegurar. No estás perdida por ser independiente, estás perdida porque algo detro de ti te duele y no quieres decirlo. ¿En serio me estás pidiendo algo así? Es como si no me conocieras, porque soy como una pulga y no me voy a separar de ti, aunque te hartes de mí. Y no lo hago para que vuelvas conmigo. No, que le den al partido. Me quedo aquí.