– Sumergido en el éxtasis del momento, se apartó del beso apenas unos segundos, como si el tiempo le concediera una pausa para contemplar la profundidad de aquellos ojos. Con una pulsión ardiente, tomó sus piernas con firmeza, elevándolas hasta su cintura baja, y con una delicadeza casi reverente, trasladó su cuerpo hasta la cama, quedando en una posición superior a él. Desde esta, sus manos comenzaron a explorar con deseo: recorrieron la espalda con caricias que hablaban sin palabras, y rozaron el rostro como si quisieran memorizar cada trazo. En medio de todo, sus labios volvieron a encontrarse, entrecortados por pequeños jadeos que escapaban se sus labios. Luego, sus manos se deslizaron presionando su cuello, con su rostro descendió a la misma zona, dejando una serie de intencionados besos. –
