El tacto hace que lo mire. La piel de Radahn no es tan pulcra ni libre de invasión como la del blondo, sino que se asemeja a la de un animal agreste castigado por largos períodos bajo el sol y el fragor de la guerra.
—Es admirable cuán persistente eres para hacer cumplir tus anhelos. —Atrapa la mano de Miquella entre magullados dedos, sellando su parte del voto con un beso sobre el dorso de la misma.
Dulce, breve, extrañamente conmovedor para el alma. La existencia de un juicio lúcido brilla por su ausencia. En aquel momento, dentro de la cabeza del León Rojo, aquel que conquistaría las estrellas según dicta el firmamento, todos los caminos llevaban a Miquella, y únicamente a Miquella.