Rook.

¡Tia Molly! ¡Hola! Hace mucho que no te veía, ¿cómo has estado? Oh, ¿mi padre? Claro, lo veo todos los días. Todo va bien, simplemente un poco de carga de trabajo al ser exámenes finales y alumnos pesados, pero el dice que está bien —no le creo nada, puedo notar sus ojeras a kilómetros—. Y, ya que lo mencionas, suele cambiar de tema cada vez que menciono el nombre de Frank, ¿crees que me esté ocultando algo? Lo linchare si es así. Tía, Bash es increíble. Antes de conocerlo, jamás me imaginé que fuera así de… lindo, y tierno, y detallista, y… Bueno, ya me callaré. Pero si, todo va excelente. No creo que sea necesario recurrir a medidas extremas en contra de él, pero muchas gracias por la preocupación. 

He tenido la oportunidad de verte pocas veces y por fin nos conocemos personalmente, créeme que el placer es todo mío, Molly. El lugar es sumamente precioso por fuera, pero fue el tráfico ilegal de criaturas mágicas y mis intervenciones lo que me terminaron dejando aquí. Pero no hablemos de lo malo, mejor sobre lo imposible que es entender a los británicos, incluso aún más que a nosotros, los franceses. ¿Qué me dices de ti? ¿Cómo te encuentras?

Por un segundo, creí que decidirías guardar para ti el saludo; demoraste más de la cuenta. ¿Es así? Me parece un plan estupendo, no dudaré en unirme a él para liberar tensiones. Y lo aprecio, era algo mayormente obvio. ¿Debo felicitarte por tu nuevo puesto? Escuché que destacas.

¡Molly! ¿Me creerías sí te digo que estaba por pedirte lo mismo? No puedo yo sola. La he llamado cientos de veces, y a duras penas me contesta una vez cada dos días, ¡cada dos días! Necesito refuerzos, Molly. Deberíamos ir las dos—tú le agarras los brazos y yo las piernas para que no se escape. Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. ¡Y gracias! Hasta donde sé, a ti también te ha ido de maravilla. 

Qué bueno verte, Molly. ¿Te ha mencionado Lucy sobre sus arrugas y estrés? Ya no sé cómo hacerle entender que se ve bien, necesita de tu sabiduría de hermana mayor.

Hagamos un trato, ¿quieres? Haré que mi esposo te deje pasar tiempo con el tuyo sin llantos —tarea difícil— sólo si prometes no llamarlo por las próximas 120 horas.

¿Por qué papá te odia? Creo que me gustaría saber ese chisme, podríamos tomar una taza de café o lo que sea, ¿no crees? 

Te odio.

Ayuda, ¿me notas las arrugas? Creo que tengo más arrugas que antes,  hermana. El Ministerio me está consumiendo. Amo mi trabajo, pero me hace envejecer más de lo debido. Por cierto, no te había visto. ¿Estabas desaparecida o era yo quien estaba encerrada en su oficina?  

Nunca dejé de quererte, pero me rendí al sentir tu ABANDONO, rubia abandónica.