Si pudiera, cubriría su alma con mi pecho,
haría de mi piel un muro donde nada ni nadie pudiera tocarle.
Daría años, daría todo por verle libre del peso
de lo que faltó, de lo que dolió. Quisiera darle una vida sin preguntas sin respuesta, donde el amor no le falle, donde no falte quien resta. Si pudiera, le abrazaba hasta borrar cada sombra, le haría un mundo tan tierno que el dolor nunca lo asombra.
Sé que hay cosas que no dice porque teme que le duelan otra vez, al ser nombradas. Y yo, que vi sus preguntas chocar contra puertas frías, solo quise ser abrigo en la casa de sus días.
Quisiera que el mundo fuera blando, justo, sin cuchillas, que jamás sienta el filo de palabras que lastiman.
No elegí su desconsuelo, ni el vacío que heredó. Ojalá pudiera darle una vida sin heridas, pero haré de mis latidos una luz por sus esquinas.
Porque aunque todo cambie, y el tiempo se lleve el día, mi amor por ella, siempre será melodía.
