No podría eso ser menos que una dulce falacia que encanta a mis oídos, ¡ojalá llegase mi bajeza de nivel a tener un día el apodo de "excelente poetisa"! Mi sueño, lejanamente deseado, se acercó un poco cuando me llamaste por dicho modo: gracias. ¡Eso es precioso! De momento lo llamaremos "autor fantasmal", ¿te parece? Aunque el esbozo de imaginación en que podrías ser tú de quien hablamos lo vuelve más emocionante, ¿no crees? ¡Sobre lo último! Régalame la amnistía en mi pobre vocablo a la hora de ser clara y concisa: quería conocer tu nombre. Cuéntame acerca de ti, ¿no es así que se forjan amistades importantes? ¡Anda, te animo a hacerlo! Prometo, brevemente, hacer lo mismo contigo.