He leído tus palabras con la misma delicadeza con que llegan a mí, y no puedo evitar que un torbellino de emociones surja dentro mío. Dices no ser bueno en las palabras, sin embargo, has sabido tejer un lenguaje de ternura que toca mi corazón. Es hermoso percibir cómo, desde que nos conocemos, fluye de ti una sinceridad que nace con fuerza y a la vez con la suavidad de un susurro, y me enternece de una manera maravillosa. No hay más respuesta que un sí; sí quiero ser tu San Valentín. Creo que no habría cosa que me haría más feliz ahora mismo.
Que ternura todo, estoy segura que quieres que llore en este momento, maldito. (¡¡¡Mentira!!! Se ven deliciosos, Odi).