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A nuestra casa ¿Dónde sino? - tomó la mano del mayor y dejó pequeñas caricias en esta.- Vamos a ser una familia.

Te quiero ¿si? Y me importa una mierda lo que la gente diga o deje de decir. 

Orpheus, ¿Por qué no nos casamos ya? Quiero que dejes esa mazmorra y vengas conmigo 

¿que? 

— lo abrazó. —
            fue mi padre... y me alegra que rhae ya esté mejor. 

¿Vas a vivir aquí después de casarnos?-
            Al notar que le dolía, fue con más cuidado, 
            puesto que no deseaba que sufriera dolor
            alguno.- Si nos escapamos, no pasará nada. 

No pasa nada, tranquilo.- inició
            de nuevo las curas, con cuidado 
            para no lastimarlo.- ¿Y si nos 
            vamos de aquí? No quiero que te
            hagan daño, Orpheus.

- no se quejó por el agarre en su 
            muñeca, puesto que sabía que
            su prometido no deseaba daña-
            rla.- Cielo, soy Casandra.- con su 
            otra mano, acarició el rostro del
            hombre.- Te estoy curando las 
            heridas.

/asintió rápidamente mientras miraba hacia ambos lados; —Está empezando a hacer frío, con esto puedes cobijarte. 
                   /aseguró pasando la sabana por entre los barrotes;
            —Por favor, recibelo, o de lo contrario me echaré a llorar aquí mismo

/tras ingresar, cerró la puerta y dejó el bulto con el que venía en el piso; —Yo... Te he traído unas cosas ¿Vale?
                   /deshizo la manta que había amarrado para transportar todo y lo primero que tomó de allí fue una cazuela que tenía como tapa un trozo de trapo amarrado con otro trozo de trapo, se lo había currado para hacer todo sola y buscando que no la descubrieran; —Son tartas de limón, no las he preparado yo, así que es seguro comerlas.
                    /bromeó y se las entregó antes de volver y tomar un trozo de tela que al desdoblar, se volvió un abrigo de cuero, con el bordado de un dragón azul; —Ya verás que te queda a la media, soy buena con la aguja.

Nos vamos a casar, es lo que menos 
            podía hacer.- Le devolvió la sonrisa  

La familia es la familia... A pesar
            de todo, siempre nos tendrán a 
            su lado.- le dedicó una dulce son-
            risa y siguió con las caricias. - Yo
            estaré a tu lado y no pienso aban-
            donarte.

- la joven se acercó a su prometido 
            y con ambas manos, acarició su 
            rostro.- Piensa que está vivo, gracias
            a los dioses.- siguió acariciando su 
            rostro.- Y yo misma te voy a ayudar,
            créeme. Vamos a clavarla en una 
            pica para que todos la vean.

Vivimos en un mundo en el que 
            se prioriza el aspecto físico, más
            que el interior de las personas. 
            Créeme, no me das miedo, ni nada 
            por el estilo y estoy más que dispue-
            sta para ser tu esposa.

No creo que seas un monstruo, 
            ni nada de lo que te hayan dicho 
            en estos años. La belleza más im-
            portante es la interior y muy pocos 
            la poseen. 

No logro comprender el porqué te 
            hacen eso. Enserio, no hay lógica 
            en ese acto... estaría encantada de
            que lo hicieras y bueno, tenemos
            mucho tiempo. 

       Rodeó el cuello de este con sus brazos y puso una mano tras la cabeza de su hermano al separarse un poco y observar su rostro detenidamente;
                    —Es emoción. —confesó mostrándole una sonrisa pequeñita, pequeñita, opacada por las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.

        En como su respiración se alteró, podía notarse lo asustada que están y tras alzar las cejas un poco se acercó y le dió un abrazo con la fuerza del choque similar al de dos dragones en batalla. Estrujandolo entre sus brazos.