¿Un pequeño solecito? —rió bajito, sorprendida por la comparación y por la dulzura en las palabras ajenas—. Bueno, eso es nuevo… aunque me gusta cómo suena. —su tono se volvió más suave mientras aceptaba la mano de Rachel con una sonrisa cálida—. El gusto es mío, Rachel. Y no digas eso, ¿sí? No tienes que aprender de mí. A veces la calma de la luna también enseña más que la energía del sol. —le guiñó un ojo con amabilidad—. Cassie Sandsmark, todo un placer.