a pesar de la aspereza de su piel, miquella encuentra en ella perfectos surcos para hundir sus dedos. es tentadora, especial: curtida por la guerra, la crueldad y bañada en sangre, se le antoja única en su gloria. un dedo recorre las líneas de su rostro como si dibujara sobre él.
una risa abandona sus labios. asiente con la cabeza y permite que atrape su mano como si fuera un gato que tan solo pretende jugar. ──uno no puede abandonar sus metas. sin anhelos no somos nadie. ──el beso, contrario a radahn, es efímero. el empíreo hace un esfuerzo por mantener el voto sobre su piel, y presa de la emoción, atrae consigo la mano de su medio hermano. besa de igual forma su dorso, y viaja hasta sus nudillos con sumo y gentil cuidado.
todos sus juramentos y todas sus promesas se van con él. destina su verdad más pura a sus labios, y apoya la cálida mejilla sobre la piel impropia. ──el otro día un niño vino a mi encuentro. ──expresó, y durante un momento se le hizo extraño referirse a alguien de esa forma, como si él nunca hubiese sido un infante... al menos no uno propiamente dicho, pues su juventud siempre sería eterna. ──y aunque le expliqué que me había prometido con mi futuro consorte, aseguró que cuando creciera me buscaría. le he dicho que procure ser fuerte, porque ha de vencer al mismísimo azotador de las estrellas.