Dragon Attack.

Una risa surge de sus labios rojizos al darse cuenta de que esa mirada de desinterés se desvanece de aquellos ojos que lo atormentaban en sus sueños. Encoge los hombros con indiferencia, soltando un suspiro de aburrimiento y de inmediato muestra una mueca de desagrado. ─¿Importa eso ahora? Ya me quitaron lo que era mío y se lo dieron a mi hermano, Cregan. Soy conocido como la vergüenza de la casa Stark. A estas alturas, poco me importa si ser imprudente me causa problemas, más de los que ya tengo─. Tras decir esas palabras, rápidamente baja su mano libre a la cintura impropia, empujándose contra él atrapándolo entre su cuerpo y la pared. Al escuchar lo que dice el príncipe, gruñe con cierta molestia. ─Cierra la boca, Raegnar. Tú y yo sabemos que no piensas eso. Odiarías que prefiriera el cuerpo de una prostituta de una Casa Del Placer a ti─.  Se queda en silencio unos segundos, donde solo se escuchan sus respiraciones y la manera silenciosa en que sus cabezas martillean con diferentes conflictos respecto a ellos, a la extraña relación que formaron. Desvía la mirada, retrocediendo para crear distancia, ya ninguna de sus manos sobre el cuerpo de Raegnar. ─Pero tampoco voy a rogar como un perro por ti, ¿sabes? Es agotador. Si tanto deseas que las putas me hagan olvidarte, espero que los dioses te escuchen. Iré y me meteré en todos los lugares con mujeres y hombres que haya aquí en Dragonstone, ¿de acuerdo? Celebra ahora─.

Una sonrisa irónica apareció en su rostro estoico mientras avanzaba con pasos firmes y seguros. La actitud reacia del Velaryon le causaba cierta diversión. ─¿Ahora debo tener un horario específico para buscarte? No jodas. Eres divertido. Para tu información, mi príncipe, ser imprudente es lo que me hace interesante y no aburrido. Llamé tu atención por eso. Lo confesaste en mi cara, y lo recuerdo porque fue una noche, hace varias lunas, en la que te tenía debajo de mi cuerpo en la oscuridad de tus aposentos. Qué lindos recuerdos─. Humedeció su labio inferior con la punta de su lengua y, aprovechando la cercanía entre ambos, extendió la mano derecha para sostener la barbilla ajena entre sus dedos. Antes de hacerlo, se aseguró de que no hubiera intrusos en el pasillo que pudieran esparcir rumores de lo que ocurría allí por todo Dragonstone, lo que incluso podría llegar a King's Landing y causar un gran revuelo. El ambiente se tensó cuando se inclinó. ─¿Te soy sincero? Ninguna de las putas con las que me acosté pudo hacerme olvidar la calidez de tu piel. Claro, eran mucho más fáciles de domar, porque tú... eres como un cachorro indomable y complicado, pero eso es lo placentero─.