¡¡MI DULCE NATASHA!! Hola, hija, mira lo hermosa que estás. Tu hermana y yo pasamos un muy mal raro llorando por ti porque pensamos que estabas muerta… ¡Pero mírate! Intacta y en una pieza, justo como te enseñé. Qué orgullo, pequeña. Puedo ver que la sangre rusa corre dentro tuyo.
¡Ah! ¡Sí, sí! Mi aroma. Es que estuve cocinándole hamburguesas a los chicos, cariño, es eso. ¿Te gustan? Porque puedo hacer más para ti. ¡Y para tu hermana también! Le gustan con mucho cheddar, ya le dije que tiene que saborear más la carne y no tanto el condimento… Pero bueno, así es tu hermana. ¿¿CUÁNDO VENDRÁS A VISITARNOS?? Te extrañamos, Natasha.
¿¿Inadaptados?? Pero si nos adaptamos muy bien, hija… ¿O lo dices porque Bob no es bueno adaptándose a temperaturas frías? Lo sé, lo sé, no tienes que decírmelo dos veces, ¡¡pero estoy enseñándole a soportarlas!! Nada que un buen vodka no solucione, eh. Pero pensé que Valentina le prohibió a la prensa que sacara la noticia de cuando nos fuimos a hacer esa misión a Suiza… ¡EN FIN! Nos adaptamos bien, eh. Muy bien.
¡¡GRACIAS POR TU BIENVENIDA, NATASHA!!