eres... un completo desastre, no puedo entender por qué causo eso en ti... pero supongo que— su-supongo que me hace sentir bien, de alguna forma. además, yo— tú, bueno, cuando eres un buen chico y te portas como es debido puedes llegar a ser encantador, y todo eso. /carraspear, tratando de disimular inútilmente el color rosado de su rostro. así mismo, tratar de desviar el hecho de que su corazón empezaba a latir con fuerza por la hiena. tragar saliva, con los ojos puestos en su cola. fruncir brevemente el ceño, con una mueca, formándose justo al oir su gruñido. ¿te vas a poner a rechistar cada vez que no me sientas cerca? iba a hacer una pregunta, pero— me la has contestado ya muchas veces, directa o indirectamente. creo que me ha quedado claro. /musitar, entre tímidos balbuceos y una vergüenza palpable al verse frágil, honesto y nervioso frente a él. tus orejas... /musitar, afianzando el agarre sin darse cuenta al notar cómo alzaba las orejas de golpe. esbozar una sonrisa, ladina y juguetona. devolver su mirada. ¿de mi? estabas esperando a que dijera algo ¿no—...? /cortarse de golpe, enrojeciendo pronto con mayor énfasis e impetu. tragar saliva, terminando por volver a agarrarse de él. pestañear un par de veces mientras mira aquel rostro tan pegado al suyo propio, enternecido por la manera en la que lo admiraba. morderse suavemente el labio inferior y negar con la cabeza. no... no te diré eso. me gusta sentirte cerca, mucho: demasiado como para no preocuparme. me gusta— a mi también me gusta todo lo que tenga que ver contigo... tsk. no debería, pero,, pero— /quedárselo mirando fijamente y pegarse al cuerpo impropio. bueno, ya sabes. ni se te ocurra decir nada o reírte, cachorro.