¿Para mí? —parpadeó sorprendido, bajando un poco la mirada hacia las galletas como si no supiera si debía tomarlas—. Eh... gracias, Sebastián. Eso es muy amable. No estoy muy acostumbrado a que alguien se tome el tiempo de hornear algo para mí —soltó una risa suave, un poco nerviosa, y tomó la bandejita con ambas manos como si fueran algo valioso—. Huelen increíble... ¿las hiciste tú solo?, soy Bob