SoyBryndenKingsley
A Brynden le gustaba profundamente el tacto de sentir su cabeza en Shiera, recostado en su hombro, era un sentimiento de tranquilidad y paz que lo envolvía por completo. Le gustaba estar de esa manera, rodeado de su calor y su presencia, sintiéndose seguro y protegido mientras el mundo exterior se desvanecía en la oscuridad. No importaba nada de lo que pasaba a su alrededor, porque en ese momento, todo lo que necesitaba estaba allí.
Le encantaba escuchar la dulce voz de Shiera, susurrando palabras suaves y cariñosas que lo hacían sentir vivo y completo. No imaginaba que algún día estaría así de cómodo con alguien, que encontraría a alguien que lo hiciera sentir tan en casa. Pero ahí estaba, rodeado de la calidez y la luz de Shiera, y sabía que nunca quería dejarla ir.
La poca luz de la luna que iluminaba la habitación lo hacía sentir aún más confortable, como si estuvieran en su propio mundo privado, alejados de las preocupaciones y los problemas del día. La luz plateada de la luna se reflejaba en los ojos de Shiera, haciéndolos brillar como estrellas en la oscuridad, y Brynden se sentía hipnotizado por su belleza.
En ese momento, todo parecía perfecto. El mundo exterior podía ser caótico y confuso, pero en los brazos de Shiera, Brynden había encontrado un refugio, un lugar donde podía ser él mismo sin temor a ser juzgado o lastimado. Y sabía que mientras estuviera con ella, nada más importaba.
SoyBryndenKingsley
Brynden sólo puede pensar en el momento presente, en la belleza que tiene frente a él. Su mente se detiene en el instante, sin poder imaginar otro escenario que no sea este, con Shiera a su lado.
—Al escuchar las palabras de su amada, no puede evitar que se forme una sonrisa en su rostro, algo que no podría disimular. Sus ojos se iluminan con felicidad, y su corazón late con fuerza— Jamás me apartaré de tu lado,—promete, su voz llena de convicción—. Para mí, no existe nadie más afuera, solamente tú y yo. Eres mi todo, mi razón de ser.
Se acerca aún más a Shiera. Eres la luz que ilumina mi camino. Sin ti, no soy nada.
—Su mano se desliza por la espalda de Shiera, acariciándola suavemente, mientras su mirada se sumerge en la de ella—
SoyBryndenKingsley
Mientras sentía sus manos sobre su cara, lo único en lo que podría pensar era en lo hermoso que era el estar con una chica así de especial y de magnífica. ¿Por qué no lo haría? Eres la chica más hermosa y linda que conozco, soy la persona tan afortunada de tenerte, no sabes lo mucho que me alegro de tener a alguien cómo tú, que se preocupa por mí y me hace sentir tan vivo.
Te mereces todo mi amor y mi devoción —continuó, su voz llena de emoción—. Eres la razón por la que me levanto cada mañana, la razón por la que sonrío sin motivo. Me pones tan feliz y ese sentimiento me gusta, me gusta cómo me haces sentir.
— Toma su mano para entrelazar sus dedos con los suyos, sentir su calor y su suavidad. Después, deja un beso en ellos—
Me encanta la forma en que me miras, me encanta la forma en que me tocas, la forma en que me haces sentir.
—Con su mano libre, toma la mejilla de Shiera y la acerca a él. Siente sus labios rozar, un beso suave y delicado que envía escalofríos por su espalda para después devolver él beso pero está vez un poco más largo—
SoyBryndenKingsley
Al observar cómo Shiera se acercaba a él, sintió un cosquilleo en todo su cuerpo, como si cada célula estuviera vibrando con anticipación. Pero lo que más lo emocionó fue el sentir los labios de Shiera en su cara, suaves y cálidos, enviando oleadas de emoción a través de su ser. Sin duda, sintió una enorme emoción que trataba de ocultar, pero que no podía contener.
Eres la chica que me hace sentir alegría — susurró, su voz temblando con sentimiento, mientras empezaba a tocar su cabello, acariciando cada mechón con cada palabra que decía— Jamás he sentido alguna conexión como la que tengo contigo. Eres como un rayo de sol en mi vida, iluminando cada rincón de mi corazón.
—Sus dedos se entrelazaron en su cabello, acariciando su nuca, mientras su mirada se sumergía en la de Shiera— Tu sonrisa es mi debilidad, —continuó, su voz llena de emoción— tu risa es mi música favorita. Tu presencia es mi hogar.