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Y eso fue con todo el ánimo de ofender. Lo siento, pero no lo siento; así es como trato a las mujeres malvadas que creen que pueden entrar a mi casa, asaltar mi bar y llevarse una de mis botellas de vino. Te dimos la llave solo para emergencias con los niños, y estoy empezando a considerar quitártela, ya que esos niños han crecido y lo único que haces con ella es entrar cuando se te antoja. No somos un albergue de indigentes.