Broken sunshine.

ⓘ Amor a la sabiduría. Eso fue lo que Solange "Hatman" abrazó desde el momento en que comprendió el poder de las palabras. Nació en la cálida y lluviosa Gales, donde se convirtió en el mayor tesoro de sus padres, quienes la amaron con una devoción absoluta desde el primer día. Para ellos, ella era "la luz de sus ojos". Sin embargo, el destino tenía otros planes. A los 4 años, un trágico accidente les arrebató la oportunidad de ver crecer a su hija, dejando a Solange huérfana y sin la protección de aquellos que la habían amado con tanta pasión.
          	  
          	  Su abuela, incapaz de lidiar con el dolor y sin intenciones de brindarle el consuelo que tanto necesitaba, tomó la decisión de enviarla a Londres, a un hogar de acogida, donde Solange quedó completamente sola, despojada de su familia y sin ningún familiar que pudiera ofrecerle el apoyo que tanto deseaba.
          	  
          	  Durante sus primeros años, había sido una niña curiosa, aventurera y llena de vida. Pero ese espíritu fue lentamente extinguiéndose, como una vela que se consume sin remedio, hasta que no quedaba rastro de aquella niña alegre. En su lugar, creció una joven marcada por la soledad y la desconfianza.
          	  
          	  Finalmente, para su "fortuna" —como solían decir las madres de la Casa Hogar—, una pareja, cuyo apellido era Jenkins decidió adoptarla. A pesar de tener una segunda oportunidad de encontrar un hogar, Solange nunca logró sanar por completo las cicatrices de su alma. Nunca olvidó el abandono de su propia sangre. Y aunque los Jenkins le ofrecieron un techo y un nombre, Solange jamás aceptó su apellido. No era parte de ellos, no había nacido entre ellos, no compartía su historia, y jamás lo haría. Su identidad, construida sobre la pérdida y la resiliencia, no podía encajar en otro molde que no fuera el suyo propio.