Stef.

Aunque mantiene pocas relaciones cercanas debido a su naturaleza desconfiada, Stefania tiene aliados estratégicos dentro de la mafia que respetan su habilidad y sus principios. Algunos capos aprecian su lealtad y su capacidad para hacer el trabajo sin fallar, pero saben que, a veces, sus principios la llevan a hacer lo que otros no se atreverían. Existen otros sicarios que no entienden su código moral y consideran que su empatía la debilita. Estos rivales buscan su caída, esperando que algún día se vea forzada a traicionar sus propios principios. Stefania también enfrenta una lucha constante en su interior. Si bien su ética le ha ganado algunos enemigos, también la ha alejado del amor y la lealtad genuina. ¿Puede alguien llegar a conocerla realmente o siempre será un objeto de manipulación para ella? Stefania Moretti es una sicaria única en su especie: letal, elegante y fría, pero con un código que la distingue de todos los demás. No mata a madres ni niños, y ese principio, aunque la pone en riesgo, también la convierte en alguien más humana dentro de un mundo deshumanizado. Cada vez que toma un contrato, se enfrenta no solo a su objetivo, sino también a la constante pregunta de hasta dónde estará dispuesta a llegar para proteger su moral. Para ella, el poder no solo reside en la muerte que causa, sino en la capacidad de decidir qué vidas valen la pena salvar, y cuáles no.

Sin embargo, había algo en su interior que nunca podía ignorar: su código moral. A pesar de ser una sicaria fría y calculadora, Stefania se negó a aceptar cualquier trabajo que involucrara a madres o niños. Este principio surgió de su propia tragedia personal; después de perder a su madre de manera tan misteriosa, juró no ser parte de esa clase de sufrimiento. Esta regla se convirtió en su mayor fortaleza, pero también en su mayor debilidad. En varias ocasiones, Stefania se encontró en situaciones difíciles, donde su ética entraba en conflicto con las órdenes que recibía. Un ejemplo clave de esto ocurrió cuando un capo importante de la mafia le ordenó eliminar a una mujer que había sido testigo de un asesinato, pero que estaba embarazada. Stefania, enfrentada con esta orden, decidió desobedecer, sabiendo que la decisión la pondría en peligro. En lugar de matar a la mujer, la ayudó a escapar, lo que causó una gran enemistad con su jefe y la puso en el punto de mira de varios enemigos dentro de la organización. En otra ocasión, un joven asesino de la mafia se ofreció a ayudarle en una misión, pero cuando descubrió que su objetivo era una madre soltera, Stefania tuvo que intervenir para detener la ejecución. No solo arruinó la operación, sino que desafió públicamente a su compañero, demostrando que su código personal estaba por encima de las órdenes de la mafia. Estas situaciones la pusieron en conflicto con otros sicarios y líderes mafiosos que no entendían su enfoque. Algunos la veían como una debilidad, una amenaza que podría poner en peligro las operaciones, mientras que otros la admiraban por mantener una ética en un mundo tan despiadado.

No solo arruinó la operación, sino que desafió públicamente a su compañero, demostrando que su código personal estaba por encima de las órdenes de la mafia. Estas situaciones la pusieron en conflicto con otros sicarios y líderes mafiosos que no entendían su enfoque. Algunos la veían como una debilidad, una amenaza que podría poner en peligro las operaciones, mientras que otros la admiraban por mantener una ética en un mundo tan despiadado. Stefania perfeccionó un estilo propio de asesinato, donde la discreción y la elegancia se combinaban de manera letal. Usaba venenos exóticos que no dejaban rastros, pistolas de bajo calibre con silenciadores para hacer que sus víctimas murieran sin un sonido, y cuchillos ocultos en la tela de su vestido o en las costuras de su bolso. Cada asesinato era planificado con una precisión milimétrica, y jamás dejaba evidencia. Para ella, matar no era solo un trabajo, sino un arte. Usaba venenos exóticos, armas pequeñas y silenciosas, y se infiltraba en eventos de alto nivel, deslizándose entre los ricos y poderosos, donde se movía con total impunidad. También utilizaba su dulzura y apariencia inocente para ganarse la confianza de los hombres y luego atacar en el momento más oportuno. Su capacidad para mantener la calma, incluso bajo la presión de una misión, la hacía una de las sicarias más efectivas de la mafia.