𝑩𝒆𝒏𝒆́𝒗𝒐𝒍𝒂

No existirá fuerza visible ni mucho menos invendible que me aleje de ti , de ustedes.
            Mi deber es cuidarlos, forman una parte más que vital de mi.  ╱ el rubio colocó una mano en la cabeza de la menor, dejando pequeñas caricias allí, de una forma un tanto protectora.
            Se que estás para mi… es lo que te hace encantadora, Susan.

La reina Lucy posee una fe inquebrantable hacia Aslan. Creo que eso la distingue de nosotros, ya que en lo que me consta, en ocasiones yo misma suelo dudar de ciertos acontecimientos, no los comprendo del todo. No obstante, he aprendido a dejar que mis dudas y temores no me gobiernen.  —Sus manos se cruzaron detrás de su espalda para mantener una postura recta, firme; digna de una guerrera con la misión de protegerles. Caminaba al lado de la joven adversa, escuchando sus palabras con atención. Tal como un niño escuchando a su madre—.  Su majestad, los miedos siempre permanecerán en nosotros y siempre es nuestra decisión si dejaremos que nuestros temores ganen en nosotros. Usted es muy sabia, siempre lo ha sido, y tiene mi plena confianza en usted. Al igual que en sus hermanos. Cada uno de ustedes son capaces de muchísimas cosas, de eso no tengo duda alguna. Es simplemente motivo de dejar sus miedos a un lado, gobernar sus temores y no que sus temores les gobiernen.  Esa frase ha tenido un lugar muy importante y especial en mi corazón, ya que los señores castor, con los que me críe, me enseñaron eso. Supongo que debido a esto es que soy lo que puede observar ahora, majestad. 

No se preocupe, su alteza. Antes de su llegada fui entrenada para poder sobrellevar todo esto, debo aprender cada día más por mis reyes, ¿no lo cree? — por primera vez, Starling le brindó una sonrisa a su adversa. Pero fue una sumamente pequeña, con sus labios juntos. Una sonrisa era una acción muy poco común de la peli blanca, sin embargo, siempre había un momento exacto en el cual ella se sentía cómoda para hacerlo—.  Creo que al ser simples humanos nos cuesta mucho más comprenderle, Aslan siempre ha sido así por lo que me han contado y lo que le conozco. Pero eso es lo que le hace ser él; su forma tan serena de ser, y sus consejos tan sabios. Entenderle quizá no está en nuestro vocabulario pero luego lo haremos, conforme el tiempo pase. No se preocupe por ello, majestad. Claro, claro. Podemos conversar mientras caminamos y usted bebe agua para refrescarse.  — Ella le entregó dicho objeto, contenedor del agua para próximo a eso, comenzar a mover sus piernas, caminando. Negó ante el cuestionamiento de la adversa y se mantuvo con su postura recta. — No, su alteza. Bueno, nada importante o interesante. Solo, me ponía con curiosidad al observar a tantas personas humanas. Solo le conocía a usted y sus hermanos, los demas eran las criaturas provenientes de Narnia. No obstante, no me quejo. Siempre es enriquecedor conocer más. ¿Usted, alteza? ¿Con que me deleitara? puedo escucharla hablar. 

Alteza, sus palabras me conmueven como usted no imagina. Agradezco su confianza a mi, aunque eso me hace sentir más responsabilidad al saber lo que usted espera de mi. No se preocupe, nunca le defraudaré.  Con respecto a Aslan, siempre es complejo comprenderle, y a veces no llega cuando nosotros esperamos. Siempre llega a su tiempo.  —La seguridad habia vuelto a su semblante; sereno y reservado como siempre. Desde que había conocido a la muchacha adversa, su presencia tenía ese poder para tranquilizarla y hacerla sentir mejor, siempre era así—.  Su alteza, ¿no desea beber agua o probar alimento? 

✧˚ ༘⋆ Susan Pevensie ⋆༘˚✧
            
            La Reina Susan la Gentil . Lady del Arco y la Gracia
            
            Hubo una época en la que la llamaron reina, no por herencia sino por corazón. En Narnia fue la más amable, la que calmaba tormentas sin alzar la voz, la que entendía que la diplomacia puede ser tan poderosa como una espada. Dicen que su belleza era como un amanecer en Cair Paravel, pero quienes la conocieron saben que era su temple lo que iluminaba las estancias.
            
            Aprendió a usar el arco no para la guerra, sino para la precisión: “apuntar es ver con el alma antes que con los ojos”, solía decir un centauro al verla entrenar. Y ella lo creía. No fallaba. Nunca.
            
            Cuando Narnia la llamó “Reina Susan la Gentil”, lo hizo porque su calma podía sostener un reino entero. Porque donde Peter imponía y Edmund desafiaba, ella comprendía. Ella cuidaba. Ella elegía.
            
            Pero el mundo cambia, y los reyes también. Susan creció, y con el dolor del exilio vino la duda; con la duda, el distanciamiento; y con el distanciamiento, aquella conversación que tanto se repite entre quienes la recuerdan: “No es que olvidara Narnia… es que intentó convencer al mundo de que nunca pasó”.
            
            Aun así, Narnia nunca la soltó. Ni en los susurros de un cuerno que fue suyo, ni en la memoria de quienes la siguen nombrando reina.