˖*ೃ࿔. ¿Cómo esperas que te haga feliz sin arrastrarme a la miseria primero? Vaya amigo me he conseguido. —negó suavemente, su expresión oscilando entre el cansancio y una diversión pasajera—. Vaya cariño el tuyo… si solo utilizas. —suspiró con resignación antes de concederle, con aparente indiferencia—. De cualquier forma, dudo que alguien más que tú pueda cumplir semejante hazaña. —esperó con paciencia a que el dios terminara de reírse de ella, una complacencia que rara vez otorgaba, pero ahí estaba, observándolo con una pequeña sonrisa, casi divertida ante su descaro al burlarse tan abiertamente de su infortunio—. Si te soy honesta, ni siquiera a ti te pondría en la categoría de decente. Tienes un historial tan extenso que ni siquiera la punta se salva. —suspiró con cansancio, como si realmente estuviera cuestionando sus pésimos gustos—. Definitivamente algo debe de estar mal conmigo. —se cruzó de brazos, meditando sus propias palabras con una exasperación fingida—. Y lo peor es que ambos tienen un cierto paralelismo contigo… En lugar de decirme que ‘no’, solo me dices que la romana es un poco mejor. ¿Ves mi problema? —negó con la cabeza antes de añadir, con un deje de ironía—. No me dejes sola otra vez, mira en lo que termino. Tengo unos gustos horribles y ni siquiera me gustaría intentarlo. —y antes de que él pudiera interrumpir, ladeó la cabeza apenas cuando sintió su mano en su hombro, como si su toque no fuera más que una brisa pasajera—. ¿Qué vas a hacer conmigo? Supongo que lo de siempre… burlarte, inflar tu ego y, por supuesto, convencerte de que nadie podrá reemplazarte. —sonrió con una suavidad engañosa antes de añadir—. Aunque, si te sirve de consuelo, jamás buscaría reemplazarte con ‘cualquier gato’… mis gustos podrán haber caído bajo, pero no tanto en tu caso.