SoyTezcatlipocaP
/ venir arrastrando una silla hasta ella, sentándose al quedar junto. Ahora sí, buenas tardes.
@SoyTlalocP
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# no te odio pero ¿Por qué me haces llorar Y te burlas de mí? Si sabes tú muy bien que yo no sé sufrir
/ venir arrastrando una silla hasta ella, sentándose al quedar junto. Ahora sí, buenas tardes.
# no te odio pero ¿Por qué me haces llorar Y te burlas de mí? Si sabes tú muy bien que yo no sé sufrir
Y si le echo agua??
El dios guerrero avanzaba con pasos cautelosos hasta el pie del templo del Señor de la Lluvia. Detrás de él, seguía un grupo de más de cinco músicos, todos vestidos con el característico traje de mariachi. Algunos llevaban sus instrumentos, mientras que otros se preparaban como voces principales. Él, por su parte, vestía un impecable traje blanco y en sus manos sujetaba un ramo de veinticinco rosas. [ https://pin.it/IzYqLTLoF ] [ https://pin.it/26MsSrYcj ] Hacía un esfuerzo por mantener el autocontrol, pero no lo lograba del todo. Sus manos temblaban y sentía un nudo en la garganta. Casi se le escapaba el impulso de salir corriendo en ese mismo instante. Aclaró la voz, intentando estabilizarla, y con un sutil movimiento de su mano, dio la señal. Los músicos comenzaron a tocar. A su lado, dos de ellos se unieron para cantar junto con él, sus voces elevándose con la melodía. [ https://youtu.be/vseHc4Ic-Do?si=BTEFs7ZRQfPRvlIL ]
@SoyHuitzilopochtliP — Apreció que me dediques tu tiempo, tus flores, tu música pero.... No puedo decir lo mismo de ti — habló con un tono de voz claro y fuerte, molesta estaba claramente porque fruncía el ceño y solo sonreía con sarcasmo, hablar del tema aún dolía — Tú nunca apareciste mi tiempo, mis palabras, mis consejos ¿Qué era yo cuando estaba a tu lado? Y ya no me importa si lo quisiste o no, pobre basura pero ¿Y yo? ¿Dónde quedaba siempre? Siempre me dejabas de lado, me callabas, me ignorabas ... yo no necesito eso. — Por el enojo que comenzaba a sentir arrojó la cubeta del balcón, pero no para golpear a alguien solo para desquitarse. — Y no pasó una vez, sabes muy bien tú "amado mío" y tienes razón, no deberías estar aquí. — Se dió la media vuelta y comenzó a marcharse, adentrándose en su templo, junto a las ranas que la siguieron.
La música sin duda alguna fue de su agrado, pues tenía una melodía movida que entraba en su interior y alegraba en su corazón pero... aún no podía ignorar el motivo por él cual, el colibrí se encontraba de rodillas desde abajo, cantando, incluso indirectamente pidiendo su perdón, casi rogando por ello. Simplemente no era tan fácil ignorar, no cuando la dejaba de lado, cuando la trataba de a loca, cuando simplemente no le hacía caso. Independiente sin importar si el otro amaba o no a cierta persona, no podía perdonar el trato, pues bien sabía que merecía más que eso, mucho más y una persona que le mostrará respeto. Era una diosa ¿Cómo alguien como el colibrí no le mostraba respeto? Las ranas solo siguieron en su sitio, ninguna emitió un sonido y en silencio la diosa rodó los ojos y se alejó de su balcón, por un momento ignoró tantas palabras que mencionó el otro dios, hasta parecía que estaba diciendo un rosario, tanta labia desperdiciada. Con elegancia se metió de nuevo a su cuerpo, al menos por unos instantes, agradecía el esfuerzo, pero lo hizo demasiado tarde, ya cuando se estaba comenzando a alejar. No salió en segundos, ni siquiera minutos y las ranas solo se habían quedado ahí, mirando al otro dios, tan observadoras como siempre, tan sigilosas. Tras unos segundos después, Tlaloc salió pero está vez con algo entre las manos y antes de que los músicos o el mismo dios Huitzi reaccionara, arrojo de la cubeta agua helada, pero no a los músicos, solo a Huitzi, en especial a él. Los músicos no tenían la culpa por haber acompañado al más tonto del panteón azteca a dedicar una serenata.
— Estoy aquí, pese a que no debería... Amada mía, disculpa si te he de molestar con mi presencia, y si el dolor de la traición que he cometido sigue en ti, pero no podía pasar una noche más sin verte... — Quiso utilizar un tono formal y educado, tal como había visto a cientos de mortales hacerlo cuando hacían este tipo de cosas. — Por favor, te ruego aceptes esta serenata que he traído para ti, y estás flores que no son más que un obsequio para engrandecer tu belleza. También, que este hombre se pone a merced de tus deseos, una orden tuya bastará para irme o quedarme aquí, pero no quiero que lo nuestro termine con un engaño; no cuando te amo tanto... si pudiera, te ofrecería mi corazón como símbolo único de mi devoción, ataría mis manos a tus pies y caminaría tras tuyo, sin protestar. Haría lo que sea solo por obtener el perdón de tus labios. Al terminar de hablar, indicó con un leve movimiento a los músicos que siguieran, está vez con una melodía tranquila pero con un toque de romanticismo y suavidad. Siendo expectante a su respuesta, y aún mas, a su reacción; esperando no tener que regresar empapados a aquellos hombres que de buena fe lo acompañaron hasta ahi.
Tal vez ellas ya han decidido que es momento de tener su propia dominación mundial, ¿por que rechazaría a una? Por supuesto que la quiero, Tláloc.
Que me quedé de mujer dice
¿Será? Ciertamente tengo un rostro casi difícil de olvidar. Más si hablamos del líder de los dioses egipcios.
Por favor, tómese su tiempo. No sería placentero el tener esta duda rondando por su mente.
TLÁLOC.
Era el momento en que me decías qué, me cambiaron a mi Tláloc. En fin ¿cómo andas?
¿Vas... vas a seguir evadiendome?
— Soltó su mano de forma gentil, admirando el anillo en ella, parecía emocionarse con la sola idea de que lo usará. Llevó una de sus manos hasta su rostro, dejando una suave caricia sobre su mejilla. Suspiró, tomando distancia para no incomodarle. — Ahmo tictlaniz. « No me dejes. » — Imploró, en un tono suave, casi inaudible. Parecía más algo para si mismo que una oración dicha para su pareja. — Te dije que cambiaría, y lo estoy haciendo... o bueno, estoy tratando de hacerlo. Te amo, y eso es lo único que me importa decir en este momento, y lo único que ronda mi cabeza siempre, a cada minuto, en cada instante... Ese anillo solo simboliza mi promesa, y mis ganas de estar contigo; te entrego mi vida porque es lo único de valor que me queda para darte.
— Tomó su mano entre las suyas, y tras pronunciar algunas palabras, dejo ver un anillo ya puesto en su dedo anular. — Nimitznequi... «Te pertenezco.» — Antes de soltarlo, dejo un beso sobre sus nudillos con devoción. — Nohuīcitl motlapan. «Mi vida es tuya.»
Espérenme, dejen tomó mi tiempo para una lloradita y ánimo
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