Ah, Tlaloc, qué bienvenida tan encantadora. ¿Una rana? Qué presente más inesperado y adorable, debo admitir. Quizás no sea un collar de perlas o un ramo de rosas, pero hay algo encantador en su simplicidad y hermosura natural. La aceptaré con gusto, y quién sabe, tal vez sea el comienzo de una nueva moda divina. Gracias, querido dios de la lluvia, ya me siento como en casa. Mi nombre es Afrodita, me temo que no tengo ningún presente el que darte pero puedo improvisar.