En la demonología, se le conoce como el Gran Presidente del Infierno, cargo encomendado por Lucifer a una traviesa figura demoniaca cuyos únicos intereses son molestar a los humanos y disfrutar de los placeres que esta misma raza inferior no merece tener.
Visto como rebelde, caprichoso y bromista; no obstante, mantiene un respeto irrefutable a Satán, su señor.
Los humanos y cualquier raza ajena a los demonios no podrían darle más igual, únicamente les presta atención cuando de poseerles se trata. Conocido por ser un maestro del control, principalmente con los reptiles rastreros: las serpientes son sus sirvientes, tiene la habilidad absoluta de identificar la presencia de estos seres vivos y controlar su existencia a su antojo. Es un tanto irresponsable ocasionalmente, sin embargo, cuenta con treinta legiones de demonios bajo su mando, mismas que maneja a su gusto y comodidad.
En adición a su relación con los humanos, Valak se encarga de imposibilitarles la existencia mediante "posesiones satánicas", tomando control principalmente de mortales cuya devoción hacia cualquier figura divina resulta debilitante para sus almas; si reciben en su corazón a sus "santitos" o "dioses", Valak puede entrar. Cabe recalcar que no puede ser destruido, simplemente va de saltarín entre cuerpo y cuerpo una vez se aburre.