Las palabras no son mi fuerte, Virginia, creo que todo el mundo lo sabe. Pero quería dejarte de todas formas un mensaje en conjunto que quizá exprese de forma semejante lo que por ti siento. He dejado de temerle a perder la rutina, a salir de la esfera en la que por años me he encerrado quizá para mantenerme seguro. Pero, en este momento, encuentro seguridad para decirte que eres tú quien se cuela en mi pensamiento y no hay otra persona que arrase y desordene mi vida tanto como tú. Y por primera vez no me molesta. No detesto el sentirme desorientado o el creer que no tengo el control de lo que hago. Incluso si no puedo manipular a la perfección mis sentimientos, puedo llegar a formular una única respuesta: eres tú la mujer que quiero, Virginia Dursley. Líneas de edad, de diferencias de mundos y de personalidad no serán capaces de cambiar la forma en cómo mi corazón se revuelve acelerado al observarte o como soy incapaz de esconder las sonrisas que aparecen en mi rostro. Quiero que lo sepas, estoy cansado de pretender, porque no quiero perder lo que soy yo. Y contigo me siento más Dean que nunca.