SoyWugu
the blackest day, by lana del rey. wúgū • infp • virgo • lesbian
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Como cualquier bruja, mantenía afinidad con un animal en específico. Su caso era el único afín a la mariposa sangría, preciosa criatura que la bendijo con el don de hacerle portar sus alas, para que así todas las brujas en Cereza Negra pudiesen deleitarse con la belleza de aquella con hermoso corazón que revoloteaba por los alrededores. Tal corazón tenía una dueña, sin embargo, la tragedia de guerras externas rompió con su tan inocente pero fogoso amor, provocando que su amada desapareciera y no volviese a verla jamás. Después de aquello, el aura luminosa de Wúgū parecía verse ensombrecida por el pesar y la incertidumbre, por décadas buscó al amor de su vida, hasta que el rozar la locura debido a su implacable búsqueda la hizo retroceder. Con las alas hacia abajo, su largo cabello hasta los tobillos descuidado y un afligido semblante, la princesa permanece en su torre, negándose a salir del palacio y aferrada a observar por la ventana, en espera de que aquella mujer que le robó el alma volviese a ella.
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SoyWugu
Nacida entre los bosques frondosos de Cereza Negra, el reino de las brujas y los demonios dio bienvenida a su heredera al trono una hermosa tarde de otoño. Wúgū, significado: inocente fruto, en aquel idioma que sus ancestros se llevaron; al nacer su pequeño cuerpo parecía ser frágil cual fina porcelana, tan pálida como los suelos invernales y ojos rasgados como un grano de maíz negro. Rebosante de amor a pesar de las desgracias en la vida de su amada progenitora, bien era sabido que, los hombres y las mujeres en el reino de la Cereza Negra mantenían un contraste tajante: las mujeres eran ángeles, y el hombre era el diablo. Hartas de maltrato y humillaciones guiados por una inquebrantable ideología de antaño, todas las brujas se unieron en una batalla campal en contra de sus propios esposos, hermanos, padres e hijos, extinguiendo al sexo masculino habitante entre esas verdes paredes; por eso se conoce el término "bruja", no brujo, pues a ellos no se les catalogaba con tal término que al parecer resultaba degradante, ellas tomaron su título con orgullo, y en conjunto a este, las vidas de los demonios. La princesa apenas tenía diez años cuando tal acontecimiento azotó a su reino, pertenecía a la única extensión que desde sus raíces contaba con dos razas distintas, un imperio en el que el gobernante y su sumisa esposa se unieron para dar vida a más y más como ellos; mujer que naciera sería una bruja, mientras que, los varones serían demonios desde la cuna. A pesar del sombrío trasfondo que le precedía, ella nunca dejó de lado su bondad, convirtiéndose en una bruja blanca y poco a poco perfeccionando aquella técnica hasta volverse diestra en la magia elemental en conjunto a sus derivados. Hablaba con animales, podía hacer crecer kilómetros de árboles y tanto la lluvia como los rayos del sol parecían seguirle.
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