𝕯𝖗𝖆𝖌𝖔𝖓'𝖘 𝖒𝖚𝖗𝖉𝖊𝖗𝖊𝖗

— se arrastró por debajo de la mesa llevando su arma y tratando de divisar todos y cada uno de los ángulos — Eso haré mamá oso, solo haga su señal ¿Copiado?

Hay una diferencia entre poner esfuerzo y que ocurra espontáneamente. A usted le va a ocurrir la segunda, ¿entendió ahora?.. —desquitó liberando sus manos, aún manteniendo su entereza — ¿Eso cree? Que yo recuerde, no la traje a punta de pistola. ¿Quién se tiro entonces, señorita? —recorrió con su mirada sus labios momentáneamente hasta llegar a sus ojos — se lo dice al hombre que el día de mañana puede ficharla. Es atrevida, tal vez no nos diferenciemos tanto como piensa… 

Sustentaba aún su cuerpo y sus labios pegados sobre los de ella unos segundos más, se sentía plenamente eufórico y necesitaba disfrutar cada segundo. 
            Los ojos de toda la sala se quedaron fijos en estos. Fue entonces cuando se separó, recomponiendo ambas poses y le dio el toque con su guiño — Cayó en la trampa, Celtigar. Lo recordará a cada luz del alba. —aseguró con media sonrisa, sin desquitar sus manos de su cintura. 

Cayó en la trampa de pleno aún invadido por sus nervios y tratando mantener su foco atencional en ella nuevamente. Fue tenerla a centímetros con tanta inmediatez que su mente no asimilaba ni seguía controlando el ritmo de sus pies. — Muy tarde, Celtigar. Ya he tomado el control de la situación. —afirmó al voltearla al aire y sostenerla por la cintura a poca distancia del suelo, manteniendo su medio cuerpo abalanzado sobre el de ella. — Game over. —musitó en tono grave aludiendo a todos los jueguecitos desde sus inicios para finalizar en un consistente beso, manteniendo aún la postura anterior cuando finalizó la canción. 

                 ☆° - No es precisamente algo que haya comprado con anterioridad. - suspiró, cruzando las piernas como un indio; escuchó la conversación de la morena, llena de curiosidad. - ¿Todo bien?

                  ☆° Alzó la mirada, algo aterrada por lo que estaba sucediendo y aceptó la mano de la castaña.- Era por si entraban en el baño.- Aseguró, jugando con sus manos.-  ¿Se han llevado algo?

                  ☆°  - De acuerdo.- tragó grueso y entró al baño, no sin antes tomar su teléfono. Buscó el contacto del ojizclaro y le mandó un mensaje de voz.- Borros, han entrado en el apartamento. No quiero que hagas una locura, así que quédate en el gimnasio hasta que se vaya la agente que viene a socorrerme.

                  - Iré con Lain y ya está ¿si? Es un imbécil, pero de confianza. - acarició los brazos de su hermana, depositando un beso en su frente.- No me va a pasar nada, WarFly.

                 - No puedo contarte lo que haré, Bombón. - Se levantó y guardó el portátil en su bolsa.- Pero ten por seguro, que no vamos a seguir las órdenes de la jefa. No más. 

                  - Solamente he cruzado dos palabras con Uhtred, descuida.- sacó su teléfono, para poder reservar un vestido en su tienda de alquiler de confianza. - Borros está inmerso en su familia y trabajo, Bethania entretenida con mi colega Alexei, Caelia no está metida en el negocio y Calen mucho menos.- Volvió a teclear el ordenador y se lo pasó a su hermana.- Y Uhtred, está inmerso al cien por cien en su mujer, que dará a luz en unos días. ¿Te das cuenta que tenemos vía libre? Ellos inmersos en sus vidas y nosotras investigando con pies de plomo.

No dijo palabra alguna durante tal demostración, solamente parpadeó un par de veces asimilando la arma que acaban de probar ante sus ojos. 
            
            Su compañero, el cual le había informado a cada momento de las variaciones en el sistema, entró desesperadamente al finalizar —  Señor… Yo no…
            
            El rubio alzó su mano y asintió, en señal de tenerlo todo bajo control sin necesitar sus explicaciones. Este se retiró aliviado y sus ojos volvieron a quedar sobre ella — Yo no nombré a mi familia en este asunto, nunca ha sido una conexión directa. —remarcó obviando cualquier motivo que pudiera darle, encogiendo sus hombros al incorporarse de pie — Es la mejor agente que tengo, no debería sentirse tan atentada porque no me hubiera permitido perderla. —sostuvo ambas manos sobre la mesa para inclinarse y verla más claramente con la calma y simpatía inicial — Acepte mis disculpas, o no, como quiera. Ser un padre, tío o hermano de una familia considerable no es sencillo. No es miedo a la incertidumbre, es protegerlos antes que a mí aún tomando extremos… — puntualizó con sinceridad antes de volver a llenar su copa — Agradezco su honestidad. Es libre de irse, Celtigar. 

Una fugaz sonrisa invadió su rostro al recordar momentáneamente su moto y luego detuvo su mano para volver a centrarse — ¿Dominic? —fue lo único que cuestionó con gracia ante todo. Observó paralizado todos aquellos pliegues, ajustes y códigos desencriptados ante sus narices. — Esto roca los límites de la legalidad, estoy más que convencido —aseguró para sí mismo dando el primer sorbo a su bebida, ojeando por su rabillo a la morena — Por algo hay Ferraris descapotables. Te tuvieron en cuenta. 

Junto sus propias manos sobre la mesa, inclinando su espalda hacia adelante ligeramente — Lo dudo completamente. Cambiaría un Ferrari por un twingo. —comentó recordando que tenía bebida guardada y, como no, contra toda normativa sacó un vaso para llenar algo este de ron. — Entre en la carpeta y me lo devuelve. Así de sencillo ¿o le tengo que ofrecer mis vistas y el trago para que acceda? —removió algo el líquido antes de alzar su mirada a ella con media sonrisa irónica.

No aguantó ni un segundo en soltar una carcajada sonorosa al salir conjuntamente a la superficie. Se acercó a paso lento, dejando que sus dedos echaran su melena rubia hacia atrás.— Usted es la primera que me hace pecar. —calló sus palabras en  un corto beso sobre la comisura de sus labios y acabó quedando arrodillado ante ella, depositando un beso sobre su abdomen por encima de la camisa— Le tengo una propuesta, mi lady. Una que tal vez le alegre ese rostro o, al menos, vea que daré lo mejor siempre para mi mujer.

Se extrañó ante su comentario, el cual no entendió hasta voltear su cabeza y observar la figura de su esposa bajo esa camisa, toda su esencia de arrebatadora pirata en busca de su botín, dejándole sin palabras — No queda redimida, mi lady. Es más… —se acercó a ella con expresión fácil seria, era la gracia interiorizada — Va a pagar por sus pecados ahora mismo. —sostuvo su cuerpo en un gesto rápido al pasar sus brazos tras sus rodillas y se dirigió directo al agua, aún sin ser brusco y sumo cuidado para no dañarla, dado su estado.  

Soltó una leve carcajada y negó, no pretendía disimular sus planes. — Lo dijo la pirata… —rodó sus ojos con gracia, rodeándola aún pegado hasta que dio unos pasos introduciendo sus pies en el agua. — Tranquila, puedes quedarte ahí. —comentó en lo que se quitaba sus zapatos de espalda a ella, mostrando su espalda fornida y marcada— Esperaba que no me cedieras tan rápido la victoria 

>> Dijiste que no ibas a volver a los hábitos, pero ya veo que como siempre no lo cumples.
            
            >> Estoy en Italia, en una misión con mi nuevo compañero. Nada nuevo.

Apretó sus propios labios con cierta gracia, cierta ironía, como si lo hubiera escaneado y hubiera visto cada pequeño detalle de su vida a través de sus ojos. Rodeó varias mesas hasta llegar al piano, tomó asiento sobre este, pues era lo suficientemente consistente y llamó la atención de un camarero a lo lejos — Un coñac para la dama, si es tan amable. —musitó asintiendo en forma de agradecimiento y regresó su mirada hacia las teclas del piano — Acabo de completar su lista. —admitió sin pena alguna, ahora debía tomarlo con la misma gracia que ella, pues iba a ser una larga noche que no olvidaría. — Si la sacó de Frank Sinatra, ¿qué más puede improvisar? —comentó curioso alzando una ceja, elevando su mirada deleitosa a la de ella.

Mami, Elena (la niñera) dice que se acabó el helado ¿La despides?
            — habló el pelinegro entrando en la oficina de su madre, no podía creer que su niñera había dicho tal barbaridad y que hubiera olvidado lo más importante de la casa, el helado —