A mi parecer, no hay cosa peor que tenerle miedo a la comida.
A cuánto comiste hace un momento.
Si esa es la cantidad necesaria o te estás excediendo.
Si tú realmente necesitas esa comida o puedes saltarla.
Y llegar al punto de dañarte, obligándote a devolver todo lo que comiste hace un momento, evitando comer entre las horas por mucha hambre que tengas.
Por qué ese pensamiento ingenuo de que empeorará tu imagen siempre está presente, y lo escuchas, aún sabiendo que el daño recibido es mucho menos en comparación al resultado, unos poco kilos perdidos, que son nada en comparación a los mareos constantes, las horas de estrés y lágrimas por la tuviste que pasar e incluso todas las veces que te forzaste a vomitar solo para sentirme bien contigo mismo.
Es simplemente aterrador.
Y muy común.