(( ¡ SEÑOR KIM, DEJE DE SER TAN AMBICIOSO ! ))
en éste aposento, contra la pared del poniente, se apoyaba gigantesco reloj de ébano. su péndulo se balanceaba con un resonar sordo, pesado, monótono; y cuando el minutero había completado su circuito y la hora iba a sonar, de las entrañas de bronce del mecanismo nacía un tañido claro y resonante, lleno de música; más su tono y su énfasis eran tales que, a cada hora, los músicos de la orquesta se veían obligados a interrumpir momentáneamente su ejecución para escuchar el sonido, y las parejas danzantes cesaban por fuerza sus evoluciones .
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