Su figura se vislumbraba en la densa oscuridad, las sinuosas curvas de su cuerpo daban a entender que era una muchacha de entre 13-16 años, su cara era únicamente iluminada de una pequeña lampara encima del escritorio donde se hallaba una libreta en la que la muchacha escribía.
-¿Taiga? ¿Sigues despierta?- dijo una voz adormilada que provenía desde detrás de la cortina que dividía la habitación en dos.
-Si... Me vino la inspiración, estoy escribiendo.
-Vale, pero duermete en cuanto termines, son las tres y media, luego los demás se preguntan porque te despiertas tarde.
-Que si... tranquilo Nii.
Volvió el silencio a la habitación.
Ocho horas después una figura grande miraba con dulzura a la muchacha, dormida encima del escritorio.
-Tai... Otra vez te dormiste tarde- dijo con una voz entre lo grave y lo suave, nada que ver con la voz de la noche anterior.