—Estás tan hermoso como el día en que te fuiste.
Susurro a su oído, mientras lágrimas agridulces bajaban por sus mejillas.
Y fue entonces dónde aquellos brazos que por tanto tiempo extraño se unieron a él.
Los dos sollozaban como si no hubiera mañana y aquél amor que hacia años había desaparecido se volvió a sellar entre lágrimas y susurros de amor.