Quiero ir contigo solo, sin que nadie más venga. Me gusta hablar contigo y tener largas conversaciones sobre los problemas que estamos enfrentando en casa. Disfruto de los silencios cómodos que compartimos y escuchar tus quejas. Eres mi papá, y quiero aprender de ti, replicar tus virtudes y fortalezas, y comprender que, como todo ser humano, tienes tus matices y debilidades. Quiero conocerte mejor y expandir mi comprensión de ti.
Eres mi papá, y te recuerdo como lo que eres: mi papá. Me duele no poder ser la versión completa de lo que tú eres y fuiste. Trataré de llenar algo de la gran sombra que dejas al caminar, para poder seguirte el paso.
No solo eres mi papá, eres el gran hombre que pasó por dificultades y desafíos para convertirse en la persona excepcional que eres hoy. Te amo y estoy orgulloso de ti, sin importar lo que diga la gente. Desde que tengo conciencia, has sido mi refugio seguro, a pesar de los momentos difíciles, los errores y los conflictos. Te quiero por la persona que eres, no solo por ser mi papá. Te agradezco por quedarte despierto meciéndome, por trabajar horas extras para alimentarme, por los chistes malos que contabas, los abrazos reconfortantes que me dabas y las palabras duras que me decías para que saliera adelante. Y sobre todo, agradezco las palabras de aliento y cariño que me rodearon desde que era pequeño.
Amo cada pequeño error tuyo, porque también fueron míos y fueron parte de nosotros. Te agradezco mucho, papi.
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