PECADO.
Me miro como un cazador que asecha a su presa, pero no de esos que disparan a matar, el me veía como si quisiera comerme aunque sonara literal.
Suspire tratando de sostenerle la mirada, era todo un logro y un tributo enorme a sus hermosos ojos castaño claro, que mis ojos no danzaran recorriendo su torso desnudo hasta abajo era como asegurarle que no solo me gustaba su físico si no todo el, su mirada dulce, el encanto de su sonrisa con hoyuelos, fue como si me leyera la mente porque sonrió, de esa forma que tanto me gustaba, de esa forma que me mataba lentamente; se acerco a mi sigiloso y alargo una mano para tocar mi mejilla, su solo contacto despertó cada terminación nerviosa de mi cuerpo provocandome un escalofrió y deje escapar un suspiro. Cerre los ojos disfrutando de su cercania, sus labios rosaron los míos mientras su mano libre me tomaba por la cintura acercándome a el, el calor de su cuerpo me estremeció, undio la nariz en mi cuello aspirando mi aroma y desliando sus labios por mi cuello, sabia como torturarme pero yo lo disfrutaba.
-Tienes que saber una cosa- me dijo con voz jadeante, casi ronca a causa de la excitación, gemí en respuesta- estoy acostumbrado a tener todo lo que quiero y a ti Caroline te deseo demasiado-