El animal no respondió de inmediato, permitiéndose soltar algunos gruñidos de puro sufrimiento (más dramáticos que otra cosa) mientras presionaba sus párpados juntos y agachaba la cabeza, provocando que su frente tocara el suelo mientras bajaba las orejas, escuchaba la voz del ajeno perfectamente, y no estaba tan borracho como parecía, estaba siendo parcialmente consciente, solo en el ámbito de que presentarse allí había sido casi planeado con anterioridad, una idea rápida pero suplicante que supliría sus ganas de ver al albino sin la necesidad de avergonzarse. Sí, tenía ya 18 años y en teoría era bastante maduro, pero ¿cómo hablar de forma directa con Tristán después de todo?, prefería estar ebrio y usarlo como excusa. Siguiendo con la idea, el cánido habló nuevamente. — Es que — Sniff — Abandoné a mi novio, señor, así sin más, ¿lo puede creer? — Se lamenta. Más o menos habían sido esas las palabras que dijo a un tal ISTP/Alex hacía unos días en una taberna al azar, ambos habían hablado un rato, y a la mención del joven Tristán, el pelinegro mencionó haberlo visto en ocasiones. — Me fui así de la nada por un bajón al azar y no supe cómo regresar a ese baboso sitio en dónde estábamos, entonces me enojé con él y conmigo y no sé, aaay.. — Sigue, se golpea levemente la cabeza contra el suelo, claramente frustrado. Había llegado allí con ayuda del mismo Alex, que después de decirle que quizás conocía al más bajo, se ofreció a llevarlo al lugar. Lancelot fue más feliz en ese momento que en meses, y allí estaba, por fin cumpliendo su cometido.
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