Michael Myers
• Cuando traes al bebé a casa por primera vez, es como una mascota curiosa pero ansiosa. Se acerca a ti lentamente e intenta observar el pequeño bulto envuelto en mantas que llevas en brazos. Sabe lo que es, pero nunca ha estado cerca de uno, así que no sabe cómo comportarse.
• Al principio, hará todo lo posible por mantenerse muy, muy lejos del bebé. No es que no quiera tener nada que ver con él, porque sí, es su hijo; solo tiene miedo de hacer algo malo que pueda lastimar al niño o algo peor. Solo se acercará al niño si eres tú quien lo sostiene y, si le preguntas si quiere sostenerlo, se negará rotundamente.
• Tienes que pillarlo desprevenido si quieres que interactúe con tu hijo, así que esperas el momento perfecto, cuando Michael está sentado en el sofá mirando la televisión frente a él. Entras en la sala de estar y preguntas: "Michael, ¿podrías sostenerlos? Necesito ir al baño". Antes de que pueda darte una respuesta, colocas al bebé en sus brazos y te aseguras de que su cabeza esté bien apoyada antes de salir de la habitación. Tan pronto como colocaste al bebé en sus brazos, se puso rígido como una piedra y no se movió ni una fracción de pulgada, no podía moverse porque tenía miedo.
• Ese era el lugar más cercano que jamás había estado para su hijo y fue sólo en ese momento cuando se dio cuenta de lo mucho que se parecían a ti; tan lindos y bonitos con pestañas largas y mejillas sonrosadas. Michael sintió que una calidez comenzaba a florecer en su pecho, algo que no había sentido en mucho tiempo y no podía determinar con precisión qué era en realidad esa sensación. Se quitó la máscara de la cara y acunó al bebé más cerca, plantándole un suave beso en su cabecita esponjosa. A partir de ese momento, él y el bebé son inseparables.