Linda paciencia, dama blanquesina que descansa sobre los deseos que solo del tiempo dependen. Hermosa mujer de ojos calmos, vos que conocés mi pena porque más de una vez te deseé en aquellas madrugadas que ambos recordamos como eternas, otórgueme el don de desear sin querer acelerar, de comprender a aquellos que algo de entendimiento anhelan.
Soy el menos indicado para hablarle a usted, yo que tantas veces dije prescindirla y decidí rechazarla. Blanquesina luz en forma de delicada muchachita, sepa entender mi error. Acójame hoy como su humilde pupilo. Por las noches llorando me encuentro porque su hermana la prisa culminó por abrumarme. Aquella tarde prometí a ella mis rápidos movimientos y hoy a usted le pido que acepte como regalo mis ojos cansados, con el fin que colabore conmigo cuando de saltearme escalones me tropiece, y sepa acogerme cuando de espectación se oprima mi corazon.