Ser hija del medio también me enseñó algo que pocos entienden: me convertí en experta en escuchar a los demás. Aprendí a comprender silencios, a notar lo que no se dice, a estar presente sin juzgar. Y lo hago porque sé lo que es sentirse invisible, incomprendido o atrapado en emociones que parecen demasiado grandes para uno solo. Por eso estoy aquí. Si tú quieres desahogarte, si quieres que alguien te escuche de verdad, yo estaré. No prometo soluciones mágicas, pero sí puedo escucharte desde el corazón, porque sé cómo se siente.
También quiero que sepan que comprendo la actitud de mi propia madre. No la justifico, pero entiendo que muchas veces sus palabras y amenazas vienen de patrones que ella misma vivió, de heridas y miedos que arrastra desde pequeña. Eso no quita el dolor que me causó ni las marcas que dejó, pero me permite ver que las personas también actúan desde sus propias batallas internas, incluso cuando nos lastiman.
Lo que estoy compartiendo ahora viene del corazón. No busco lástima ni que me juzguen; busco conexión, comprensión y la posibilidad de decir que no estás solo, aunque a veces el mundo parezca decir lo contrario.
Quiero que sepas algo: aunque ahora todo parezca pesado, aunque sientas que el dolor no terminará nunca, hay una manera de seguir adelante. La vida puede ser dura, sí, pero también hay momentos que valen la pena, y hay personas y cosas que nos sostienen en medio de la tormenta. No tienes que cargarlo todo solo…