Querida Vanesa:
Te escribo porque ayer pensé en ti. Pensé, el día que te conocí al escribirte la primera palabra. Desde que te escribo, poco a poco nos vamos conociendo y llegaste aceptar mi amistad, nuestra amistad. El mayor tesoro del mundo amiga. Cuando leí tu historia de cómo fue tu pasado y las cosas que te hizo tu madre, sentí un gran dolor en lo profundo de mi pecho. Me cuesta creer como una madre, aquel que te trajo a este mundo pudo ser tan cruel contigo... Te entiendo amiga, se por lo que pasaste en ese pasado. Yo también lo pase, tuve una buena infancia pero mi adolescencia fue un infierno que hasta mi propia madre me trato como un esclavo por así decirlo. Si te contara las cosas que pase en ese pasado de seguro te brotarán lágrimas de tu bellos ojos que tienes y no quiero eso de ti mi vida. Ya es pasado y me hizo bien aunque fue difícil, no te lo niego. Sólo quiero que sepas, que siempre voy a estar a tu lado. No soy quien para que tomes decisiones, pero si para darte consejo y llegar a entenderte. No puedo darte solución para todo los problema de la vida, ni tengo repuestas para tú dudas y temores, pero puedo escucharte y compartir contigo. No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro. Pero cuando me necesites estaré junto a ti. No puedo evitar que tropieces. Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujeta y no caigas. Si estás pérdida, te doy un camino. Si estás triste, te consuelo y te escucho. Si estás dolida, lloro contigo en un cálido abrazo. Si te sientes sola, seré tu compañía hasta el final. Eres una persona a que le llegue a tener cariño en poco tiempo. No sólo por el hecho que vivamos en el mismo país, sino por tu forma de ser, por tu esfuerzo que aunque no se note, sigues adelante.
