Dicen que la familia no se elige, pero yo sé que eso no es verdad.
La sangre no se elige, pero sí la familia.
El amor hacía mis amigos, hacía los padres de estos, hacía la gente que me rodea, la forma en que compartimos cumpleaños, risas y ocasiones especiales, en las buenas y en las malas, me ha demostrado que la familia sí se elige, solo tienes que ser valiente y permitirte sentir ese amor por alguien que no comparte ni tu nombre, ni tu sangre.
Mi "familia" es hermosa, es mi todo y me han acogido en su casa con más amor del que lo ha hecho mi lazos de sangre.
Esa es mi verdadera familia.
La que yo elijo.
Estamos en nuestro derecho de alejar a gente con nuestro nombre y sangre, si nos hacen daño. Que sean parientes nuestros no los hacen buenas personas, los mentirosos e hipocritas tienen padre, madre y hermanos.
Yo amo a quien decido amar.
Y eso es lo que me hace amar a mi familia.