Solía pensar que si te comías una semilla, un árbol después te crecería.
Que las cobijas, por las noches, de los mounstros te salvarían.
Y que todos mis juguetes... También tenían vida.
Solía pensar que mi grupo de amigos jamás se disolvería.
Que aquel amor adolescente nunca terminaría ¡Y que realmente sabía lo que quería! O mínimo... A qué me dedicaría.
Pero me equivoqué... Pero me equivoqué.