Por qué, por qué lloras, por qué esos ojos rojos, por qué esas ojeras. Por qué tienes marcas en la piel. ¿Y esa herida? Qué te ha pasado. Siempre preguntan. Nunca analizan y callan. Nunca aceptan el dolor ajeno y nunca son conscientes que hay quien no quiere hablar, que hay quien prefiere gritar en la oscuridad y que hay quien llora hacia dentro. Más doloroso, no lo niego. Pero es la elección personal de cada uno. Y no lo respetan. No respetan nada. Te vendrían bien dos kilos más. Te vendrían bien dos kilos de menos. Qué pelo más estropeado. Qué mirada tan perdida. Qué borde eres. Qué bonita. Qué distante. Qué solitaria. Qué rara, ahí, con sus libros encerrada... Qué apática. Qué todo. Que me dejen. Que yo no sé continuar en una sociedad infundada por unos valores podridos y consumidos. Que hablo de la mierda de vida y ya me tachan de suicida. Que os calleis. Que yo quiero vivir. Pero no aquí. Pero no así. Pero no sin ti.