Ya3lis

 ¿Por qué Elysium?
          	Me han preguntado por qué elegí ese nombre.
          	Por qué llamar Elysium a una historia que está tan lejos de la paz, del cielo, de lo “bonito”.
          	
          	En la mitología griega, Elysium era el lugar donde descansaban las almas virtuosas.
          	El paraíso de los héroes.
          	Un destino final sin dolor, sin lucha.
          	Solo gloria… y olvido.
          	
          	Pero esta historia no trata de eso.
          	Milaya y Marcelo no buscan el cielo.
          	No están salvando a nadie.
          	Están sobreviviendo.
          	Arrastrando heridas, tocando culpas, reprimiendo deseos que no encajan en la idea tradicional del amor.
          	
          	Aquí, Elysium no es un lugar perfecto.
          	Es una contradicción.
          	Una ironía.
          	Una necesidad.
          	
          	Es ese espacio —real o inventado— donde por fin alguien ve tu ruina
          	y no sale corriendo.
          	Donde no hay promesas,
          	pero sí una mano que se queda.
          	Una piel que arde y no quema más que lo necesario.
          	
          	Este no es un romance limpio.
          	Ni justo.
          	Ni correcto.
          	Es una historia sobre el dolor que transforma.
          	Sobre el deseo que habla más alto que el juicio.
          	Sobre dos personas que no buscan sanar…
          	pero igual terminan tocando algo parecido a la paz.
          	Algo imperfecto. Algo oscuro. Algo suyo.
          	
          	Ese es su Elysium.
          	Y por eso… el título no podía ser otro.
          	
          	— Y.V.

Ya3lis

 ¿Por qué Elysium?
          Me han preguntado por qué elegí ese nombre.
          Por qué llamar Elysium a una historia que está tan lejos de la paz, del cielo, de lo “bonito”.
          
          En la mitología griega, Elysium era el lugar donde descansaban las almas virtuosas.
          El paraíso de los héroes.
          Un destino final sin dolor, sin lucha.
          Solo gloria… y olvido.
          
          Pero esta historia no trata de eso.
          Milaya y Marcelo no buscan el cielo.
          No están salvando a nadie.
          Están sobreviviendo.
          Arrastrando heridas, tocando culpas, reprimiendo deseos que no encajan en la idea tradicional del amor.
          
          Aquí, Elysium no es un lugar perfecto.
          Es una contradicción.
          Una ironía.
          Una necesidad.
          
          Es ese espacio —real o inventado— donde por fin alguien ve tu ruina
          y no sale corriendo.
          Donde no hay promesas,
          pero sí una mano que se queda.
          Una piel que arde y no quema más que lo necesario.
          
          Este no es un romance limpio.
          Ni justo.
          Ni correcto.
          Es una historia sobre el dolor que transforma.
          Sobre el deseo que habla más alto que el juicio.
          Sobre dos personas que no buscan sanar…
          pero igual terminan tocando algo parecido a la paz.
          Algo imperfecto. Algo oscuro. Algo suyo.
          
          Ese es su Elysium.
          Y por eso… el título no podía ser otro.
          
          — Y.V.

Ya3lis

A ti, que llegaste hasta aquí: gracias.
          
          No tengo seguidores. No tengo comunidad.
          Solo tengo palabras que escribí en medio del caos, con las manos temblando y el corazón en carne viva.
          
          Esta historia no fue pensada para gustar.
          Fue pensada para sacar lo que dolía.
          
          Si algo de lo que lees te toca, te hiere o te abraza…
          entonces ya no estoy escribiendo sola.
          
          Bienvenido a Elysium.
          No prometo salvarte. Pero sí acompañarte.