Azul era nuestro color podría decirlo, pero de ese azul que se avecina en una tormenta, ese azul que pocos notan entre el gris y el negro, un azul que solo el y yo veíamos en medio del caos.
Lo supe desde el momento que escuché su nombre eramos como una tormenta que arrasaria con todo, hasta con nosotros mismos, quien iba a imaginar que seríamos ese chico que nunca soltaría a la chica que se negaba a aceptar que la amaba, y la chica que amaba al chico que se negaba a soltarla.
Un diluvio entre el ser y el deber.
Un horizonte entre montañas y una gran niebla densa que las cubría
Una montaña rusa entre la altura máxima para al final dejarla caer con intensidad.
Unos ojos miel que anhelaban el café oscuro
Una victoria entre el triunfo y la derrota
Pero siempre una tormenta que donde fueran ellos los acompañaría para recordarles que estando juntos nunca pero nunca cesaría la dicha de la tranquilidad...